Netflix se anota un gol con el reportaje serial sobre la F1.
La pandemia había golpeado a la categoría reina del automovilismo y había reducido sus márgenes casi a la mitad. En 2019 había percibido ingresos por $2 mil millones. Pero el gran pandemónium inesperado del COVID hizo que esos jugosos dólares se redujeran a $1.1 mil millones a comienzos de 2020.

¿Cómo resucitar una competencia que ya venía perdiendo aficionados y teniendo problemas desde hace algunos años? Sus ejecutivos tuvieron una idea riesgosamente atractiva: un documental. O, más bien, casi un reality show sobre los dramas que se viven en los equipos y entre los pilotos en unas carreras automovilísticas donde muchos se juegan la vida en las curvas.
Netflix, Reality bites
El documental de Netflix “Formula 1: Drive to Survive” ofrece una mirada al día a día en los circuitos alrededor del mundo que albergan a la categoría reina. Es posible ver las discusiones, los debates mecánicos y las alegrías de los equipos Ferrari, McLaren, Red Bull, entre otros. Y a los pilotos más experimentados, a los que se les suele ver fríos y concentrados durante las transmisiones de las carreras, se les observa en otras facetas, quizás más humanas.
El documental ya lleva tres temporadas y se ha convertido en un hit de la plataforma de streaming. Hace poco se convirtió en uno de los trending shows de Netflix. Por cierto, ya está en marcha la cuarta temporada y una quinta está firmada en papel.
Algunos analistas ya han señalado cómo esta estrategia innovadora ha dejado una huella hiper positiva en los números de la Fórmula 1. Por ejemplo, su engagement en redes sociales ha crecido un 99%. También, dentro de la audiencia de 16 a 35 años han crecido un 75% (un bolsón demográfico que se les había hecho difícil de alcanzar e impactar). Además, su presencia en plataformas como Instagram, TikTok o YouTube se ha disparado exponencialmente.
Las buenas nuevas
El éxito ha sido tal que se ha anunciado una nueva carrera para el calendario mundial. Se trata de una fecha extra en Estados Unidos, específicamente en Miami, gracias al renovado interés del público norteamericano que ha devorado las temporadas en Netflix. Para muestra, el último Grand Prix de Bahrein tuvo audiencias de casi 900k en Estados Unidos, una cifra que no se repetía desde 1995.
El show ha sido la herramienta de marketing más potente de la que tengan memoria los ejecutivos de la Formula 1. Ha traído nuevos auspiciadores que se suman a la categoría como parte de sus estrategias de internacionalización. Los pilotos, personajes centrales del show, dicen haber notado la diferencia cuando al día de hoy los reconocen por las calles como estrellas de cine.
Esta es una prueba más del valor del contenido en la economía hoy. O, más bien, la vigencia indiscutible de la economía del contenido en la actualidad. Netflix y la Fórmula 1 es la última pareja de moda en el universo del streaming mundial.