Hablando de comida de aeropuerto. Pongámonos en contexto. Usualmente, cuando tenemos planificado un viaje, lo primero que programamos es la fecha y la hora de embarcarnos a nuestra aventura . Eso implica muchas veces estar 2-3 horas antes de abordar el avión para no tener inconvenientes. Supongamos que, y como es muy común en esas horas de espera, nos da hambre. Los precios son altos y las opciones escasas: toca pagar montos que en algunos casos llegan al doble de lo normal.
El mundo está volviendo, poco a poco, a la normalidad. Y eso significa poder movilizarse libremente y viajar a los lugares que queramos sin preocuparnos por enfermarnos. Las fronteras se han abierto y la gente empieza a disfrutar otra vez del placer de ir a otro país. Sin embargo, hay cosas que no cambian. Las salas de espera y caminar por los terminales para afrontar la dura realidad. La búsqueda de comida barata no llega a un final feliz.
Comida de aeropuerto, una pesadilla monetaria
Vayamos directo al grano. En los aeropuertos, los ingresos se dividen a grandes rasgos 50-50 entre dos categorías: aeronáuticos (dinero obtenido de las tarifas de aterrizaje y aerolíneas) y no aeronáuticos (estacionamiento, concesiones). En la parte de concesiones se incluye alimentos, bebidas y ventas minoristas. Estas pueden representar hasta el 60% de los ingresos totales. No sorprenden estas cifras al comprobar los precios de los artículos que venden.
Los aeropuertos imponen sus propias regulaciones en materia de cuánto pueden cobrar los proveedores para la comida de aeropuerto. En su mayoría, no más del 10%-15% por encima del precio de venta vigente. Para las personas que se la pasan de aeropuerto en aeropuerto, el precio de venta viene con diferentes problemáticas. Uno de los más importantes es que las regulaciones a menudo no se controlan de manera efectiva. Como todo el mundo puede apreciar, las botellas de agua se venden por más del doble de la tarifa habitual.
Laberinto sin salida
Hay estrategias que usan en la comida de aeropuerto para que se aseguren que vamos a gastar dinero después de pasar por inmigraciones, los cordones de seguridad, las pantallas de rayos x y todo ese ajetreo. Ellos nos apresuran para llegar al lugar donde más les interesa que estemos y, entre estos, hay comida de por medio.
Algunas de las estrategias son las siguientes:
1. Agrupan las concesiones en grupos o «vecindarios».
2. Monitorean el tráfico peatonal, los datos de embarque y el «tiempo de permanencia» (la cantidad de tiempo que pasamos esperando a que aborden nuestros aviones).
3. Nos obligan a abrirnos paso por un laberinto lleno de tiendas de duty free para llegar a nuestras puertas.
Para aumentar el tiempo de permanencia, los aeropuertos nos animan a llegar muy temprano e invierten en acelerar el proceso de seguridad buscando que podamos tener tiempo de sobra en la comida de aeropuerto adicional a los gastos en tiendas de ultima hora. Gastamos un promedio de $ 7 por hora que pasamos en una terminal. A la inversa, nuestro gasto disminuye un 30% por cada 10 min que estamos en una línea de detección.
Los costos vuelan alto
Los altos precios se deben a un detalle que los pasajeros nunca tienen en mente. Nos referimos a los grandes costos operativos:
1. Altos costos de construcción
2. Costos elevados de seguridad, manipulación y logística
3. Mano de obra costosa
Por ello, los aeropuertos deben afrontar los costos de diversas maneras. Por un lado, generalmente toman una parte de las ventas brutas de las vitrinas. Cuánto más gana una tienda, más paga en alquiler. Igual sucede con los restaurantes que venden comida de aeropuerto.
Cuando se logra vencer a los competidores, las empresas se enfrentan a otro obstáculo: costos extremos de construcción y remodelación. Además, la comida que llega tiene que estar bajo constantes medidas de seguridad. La logística de los aeropuertos hace que las cosas sean más costosas tanto para los operadores como para los consumidores.
Ahora que ya sabes cuál es el verdadero negocio y por qué el costo de la comida es tan alto, es mejor que te des prisa en viajar y comprar la comida que más te guste antes de llegar.
